Wednesday, 24 April 2013

Chuck Berry en Chile:
C'est la vie say the old folks...
SCL, martes 16 Abril 2013


Pienso en los futbolistas cuando hacen su “Despedida”, algo así como una pichanga de barrio con varias figuras fuera de forma pero en un gran estadio (o en un menor estadio según la convocatoria del festejado) y con público que asiste feliz de pagar una entrada para ver a su ídolo vestir por última vez de corto como profesional, aunque su último partido por los puntos haya sido meses atrás. Nadie sale diciendo que ya no corre, que ya no llega a la pelota ni que los goles que hizo en su Despedida se los regalaron, todos van para esperar el momento en que la mitad del partido sea sustituido y poder aplaudirle de pie, por última vez, dentro de una cancha.

Creo que había que ser bien canalla para exigir que Chuck Berry incendiara el Arena, independiente del costo de la entrada adquirida. Yo ni siquiera averigüé en qué estado estaba el veterano al comprar la mía y poco me importaron los comentarios que llegaron en la previa desde Argentina, nada personal, pero a la hora que es Charly el que esta pésimo sobre el escenario esa misma prensa no dice nada.

¿Quería cantar mis canciones favoritas? Claro que sí, en especial las que conocí gracias a The Beatles y a los Rolling Stones, pero no se pudo mucho, para que le vamos a hacer el quite a la verdad, toco dos veces Roll Over Beethoven, la segunda vez más reconocible que la primera, Rock & Roll Music si que podemos decir que la tocó y Sweet Little Sixteen fue más bien un preview.

¿Por qué sus hijos no lo apañaron con un par de coristas que ayudaran a la gente a identificar los coros y cantar todos? La hija tocaba bien la armónica pero no fui a verla a ella. Hay que saber cuidar mejor a los viejos, mínimo pasarle la guitarra afinada, como al quinto tema el hijo le paso su stratocaster para que le afinaran la Gibson a Chuck.

Solo vi a tres personas irse a mitad del concierto desde las primeras filas, la gente en realidad se quedo, aplaudió y cantó a todo pulmón “go! Johnny go!”, algunas personas (damas en su mayoría) con más suerte pudieron subir al escenario a bailar un último tema junto a la banda, una jam que Chuck disfrutó y trató de estirar lo que más pudo, ante la insistencia de su representante, parado junto a él, que solo quería bajarlo pronto del escenario.

¿Decepcionado? Los recitales que me han dejado un sabor amargo han sido el de Guns n’ Roses el ’92 en el Nacional (y eso que no supe hasta el otro día de la tragedia en la entrada, yo entre a las 17 hrs al estadio), el de Smashing Pumpkins el ’98 (mal sonido, mal organizado, mal set list) y los Beastie Boys en el Espacio Riesgo el 2006 (pésimo sonido!). 

No me fui decepcionado, fui a aplaudir a quién sembró la semilla que germinó luego en The Beatles, dándonos así el mejor árbol (los Fab4) al que puede arrimarse la música popular.  Si pudiéramos ir a Las Vegas a ver una de las últimas presentaciones de Elvis, obeso y destruido como estaba, no iríamos?. Yo iría, a no si no.

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