Había que estar muy perdido, o sencillamente no escuchar rock, para no saber sobre el pedazo de guitarrista que es Joe Bonamassa, o sea, a los 12 años abrió para BB King. Ahora bien yo sólo le había prestado algo de oreja a Black Country Communion, así que familiarizado con su repertorio no estaba, pero bueno un buen concierto de blues es algo que se vive en vivo y no me lo iba perder sabiendo los pergaminos de Joe, además que me estaban invitando.
El teatro La Cúpula no estaba lleno, en otros foros se han quejado del precio de la entrada, que sea un virtuoso no significa que tenga audiencia y viceversa… pero los que estaban presentes profesaban el blues como religión, eso se noto, en los momentos más sublimes las pausas en la guitarra de Bonamassa llenaban con su silencio todo el teatro, de vez en cuando algún fan no lograba contener su emoción y se pegaba un grito de estadio “grande Joe!”, que claramente lo podía escuchar el aludido sobre el escenario.
La escuela BB King se colaba por todos lados, lo que no es malo por cierto, como contrapunto aparecía la escuela Zepeliana marcadamente, o tal vez debería decir la escuela de Muddy Waters? La dejo ahí. Bonamassa y su banda (bajo, batería y el mismo tecladista de BCC) dieron un espectáculo en vivo de sonido impecable, en donde supieron matizar entre momentos intensos y momentos de belleza sublime emanados de una incombustible Gibson Les Paul (uso tres modelos distintos) que en manos de Bonamassa sonaba sencillamente perfecta. No necesito nada más, discreto apoyo de luces y cero pantallas.
Cuando hablo de matizar no digo pasar de una canción rápida a una lenta sino de bajar las revoluciones dentro del mismo tema para luego atacar con todo, notable como la banda lo lograba, hay que considerar que con instrumentos eléctricos se complica un poco hacer esto, pero Joe si que sabía jugar con la perilla de sus cápsulas. BB King y su banda bajaban el tempo de los temas, como quién le tira las riendas a un caballo desbocado para frenarlo un poco y luego azotarlo y mandarlo al galope, acá Bonamassa nos hacía susurrar su guitarra por un momento para luego desatar furiosos riffs con toda su banda apoyándolo.
Notable concierto, con un público totalmente entregado pero no eufórico, lo que al parecer no le pareció tanto a Bonamassa ya que para el final nos alentó a pararnos y seguir los últimos temas a pie. Hay un tema ahí, yo estaba en las primeras filas y no me podía parar por mucho que la música me llevara a eso, porque hay gente que, aunque Ud. no lo crea, asiste a estos conciertos como si fuera uno de la filarmónica y quiere estar siempre sentada (ya me paso en el show de Ringo Starr que me putearon por estar parado bailando “Honey Don’t”, me tuve que sentar!), como que algo se están perdiendo ¿o no? para estar cómodamente sentados mejor que vean el DVD en sus casas.